Mi arte es memoria transformada. Es un reflejo mental de lo vivido, una traducción simbólica que surge como una necesidad de plasmar todo lo que marca, sacude y duele. Cada trazo, cada personaje sin rostro, cada cráneo coronado con piedras y otros objetos que flotan, nacen de una necesidad urgente: contar lo que callamos, visibilizar lo que se esconde en silencio.
 Reflexionar mi vida a través del arte.
 El arte me ha salvado, me ha dado palabras donde no las había, me ha dado consuelo donde solo había tormento, me ha dado paz donde había confusión y dolor. Crear es mi forma de procesar, entender y liberar. Cada obra es una forma de sacar las emociones de mi cuerpo y ponerlas en el lienzo, darles forma y sentido. Dejar que las emociones salgan de mí, se transformen y queden plasmadas fuera de mí, inmortalizadas y entendidas.
 Trabajo con símbolos, escenarios mentales y criaturas que emergen desde dentro. Mi estilo mezcla el surrealismo, el simbolismo y la realidad. Hablo de lo que se esconde en la familia: el alcoholismo, las infancias rotas, los eventos que hieren y moldean. No vengo a romantizar a la familia de manera incondicional. Vengo a denunciar y exponer para acompañar y sanar.
 No creo para decorar, creo para cuestionar. Para hablar de lo que no se habla. Para acompañar a quienes se sienten solos en sus historias y fuera de lugar en sus familias, pues no viven en una familia "cariñosa", "normal", ni de lejos "funcional". Creo para señalar lo que se romantiza, pero lastima. Mi arte es denuncia, es memoria, es resistencia, pero también es crecimiento, comprensión y sanación. También es eco de otras luchas colectivas: el feminismo, el grito contra la contaminación, la mente y el cuerpo como campo de batalla donde se busca la sanación. Mi arte es mi vida. Mi propósito es alzar la voz con imágenes que no necesitan palabras o expresiones literales. Llegar a quienes mi obra les llame, a quienes se identifiquen y compartan su dolor, incluso a quienes simplemente miren y quieran saber más.
 Porque el arte también es eso: una herida del pasado, un espejo melancólico,
una guía para volver a encontrarse a pesar del caos que se sale de nuestras manos.